Por Raúl Gorrín.- Para muchos la economía colaborativa se
perfila como la alternativa ideal para emprender.
A través de ella es posible sumarse a un proyecto
organizacional sin necesidad de tener que aportar la totalidad del capital,
sino de hacer aportes que pueden bien estar representados en activos, en tiempo
o conocimiento, por nombrar algunas formas.
En pocas palabras, la economía colaborativa plantea compartir
en lugar de poseer.
La economía colaborativa o consumo colaborativo como también
se le conoce propone una revolución en la que las nuevas tecnologías desempeñan
un papel protagónico, toda vez que se erigen como los puentes entre quienes
intervienen.
La economía colaborativa plantea un sistema de redes y
mercados organizados para utilizar recursos subutilizados, siendo que la tecnología
se constituye en el factor que facilita su
funcionamiento.
Mediante la economía o consumo colaborativo una persona de
beneficia de lo que a otro le sobra, bien por intercambio o trueque, o mediante
un precio de intercambio. Es muy ventajosa pues las personas no necesitan
hacerse de un bien que solamente requieren por un tiempo o en muy poca medida.
Con base en este sistema entonces es posible desarrollar
emprendimientos exitosos erigidos sobre la base del compartir.
Hay que identificar un recurso que esté subutilizado y entonces
proceder a diseñar un modelo que permita
utilizarlo al máximo agrupando para ello a las personas que lo necesitan y a
quienes son dueños del recurso.
La economía colaborativa es, según algunos, una consecuencia
de la digitalización, pero al mismo tiempo se erige como una respuesta frente a
los abusos en los precios, el mal servicio y la mala o ausente regulación
estatal.
Existen tres sistemas básicos de economía o consumo
colaborativo:
1. Mercado de redistribución el cual procura extender el
ciclo de vida de los productos mediante trueques que tienen como escenario las
plataformas digitales. Se basa en el intercambio de productos usados.
2. Sistema colaborativo que plantea el intercambio de
recursos, tales como dinero, tiempo y habilidades.
3. Servicio de producto en el que se paga por el beneficio
que ofrece un producto sin tener que comprarlo.
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