sábado, 2 de julio de 2016

Raúl Gorrín: La ética empresarial garantiza la perdurabilidad de las organizaciones


En el mundo actual en el que todo se mueve vertiginosamente y en el que la sociedad gracias al ímpetu de las comunicaciones es más abierta, multicultural y multiétnica y, por tanto, permeable y vulnerable a las cosas non sanctas que pueden colarse, es preciso fijar pautas de conducta e incorporar a nuestras vidas, pero también a nuestras organizaciones (negocios, empresas o emprendimientos) una dimensión ética.

Los problemas de la vida en esta época no se resuelven únicamente desde el punto de vista tecno-científico, sino que requieren de reflexión y un enfoque ético-moral.
Y es que estos dos aspectos, la moral y la ética, tienen un punto de intersección en las organizaciones que es preciso atender. La responsabilidad social es fundamental, esa que apunta al bien común, más allá del individuo. Si la sociedad está bien, si la familia está bien, nosotros estaremos bien y nuestras organizaciones también lo estarán. 

Los escándalos de que ha sido testigo el mundo en otras épocas obligan a la sociedad de la actualidad a fijar la mirada en la ética y la moral. Es así como surge el concepto de ética empresarial, la necesidad hacer negocios enmarcados dentro de la moral y la ética, que derivan en lo que hoy día se conoce como Responsabilidad Social Empresarial.

La ética empresarial es imperiosa en estos tiempos, así lo exige la sociedad. Sólo mantener los principios garantizará la perdurabilidad en el tiempo.

Por tanto el nuevo concepto del éxito lleva implícito el componente ético-moral de las empresas, el cual debe ser parte de la visión y misión de las mismas.

Es impensable ahora circunscribir el éxito únicamente al beneficio económico como en siglos pasados. La sociedad de la que surgen las necesidades que dan origen a las empresas exige a estas un comportamiento que responda al interés común bajo parámetros ético-morales.


Por tanto, esa misma sociedad que dio vida a una empresa demandará en caso de cualquier transgresión. Es la sociedad la que impone esa responsabilidad social empresarial de la que hablamos antes.
En el mundo actual en el que todo se mueve vertiginosamente y en el que la sociedad gracias al ímpetu de las comunicaciones es más abierta, multicultural y multiétnica y, por tanto, permeable y vulnerable a las cosas non sanctas que pueden colarse, es preciso fijar pautas de conducta e incorporar a nuestras vidas, pero también a nuestras organizaciones (negocios, empresas o emprendimientos) una dimensión ética.

Los problemas de la vida en esta época no se resuelven únicamente desde el punto de vista tecno-científico, sino que requieren de reflexión y un enfoque ético-moral.
Y es que estos dos aspectos, la moral y la ética, tienen un punto de intersección en las organizaciones que es preciso atender. La responsabilidad social es fundamental, esa que apunta al bien común, más allá del individuo. Si la sociedad está bien, si la familia está bien, nosotros estaremos bien y nuestras organizaciones también lo estarán. 

Los escándalos de que ha sido testigo el mundo en otras épocas obligan a la sociedad de la actualidad a fijar la mirada en la ética y la moral. Es así como surge el concepto de ética empresarial, la necesidad hacer negocios enmarcados dentro de la moral y la ética, que derivan en lo que hoy día se conoce como Responsabilidad Social Empresarial.

La ética empresarial es imperiosa en estos tiempos, así lo exige la sociedad. Sólo mantener los principios garantizará la perdurabilidad en el tiempo.


Por tanto el nuevo concepto del éxito lleva implícito el componente ético-moral de las empresas, el cual debe ser parte de la visión y misión de las mismas.

Es impensable ahora circunscribir el éxito únicamente al beneficio económico como en siglos pasados. La sociedad de la que surgen las necesidades que dan origen a las empresas exige a estas un comportamiento que responda al interés común bajo parámetros ético-morales.

Por tanto, esa misma sociedad que dio vida a una empresa demandará en caso de cualquier transgresión. Es la sociedad la que impone esa responsabilidad social empresarial de la que hablamos antes.


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