Por Raúl Gorrín.- Por lo general las personas se plantean la
felicidad una vez han alcanzado determinados objetivos y metas y olvidan por
completo el disfrutar del trayecto para lograrlo.
El problema es que algunos llegan muchos años después de un
montón de luchas obviando por completo que hubiese sido más satisfactorio y
alegre si el trabajo por lograrlo también lo hubieses disfrutado.
Es importante alcanzar el éxito, pero también lo es el
trabajar por alcanzarlo. No hay que privarse del placer que ambas etapas
conllevan.
Nos han enseñado que solamente seremos felices cuando
logramos alcanzar el éxito, ser famosos, coronarnos campeones en algo. No, no
estamos diciendo que esté mal, construir una empresa que puede cambiar por
completo tal o cual situación nacional o internacional.
Es decir, nos enfocamos en lo grande, en lo apoteósico y
desdeñamos de la lucha, del camino. Y ni hablar si no se alcanzan los
resultados esperados sino un segundo o tercer lugar. Para muchos esto último es
motivo de frustración.
Lo que estamos diciendo, amigos, es que debemos aprender a
ser felices por el mero hecho de vivir, de estar en la brega, de tener la
oportunidad de emprender este u otro camino.
No se trata de desdeñar la lucha. De ninguna manera. Está
bien el querer alcanzar propósitos en la vida. Lo importante es disfrutar y ser
felices con el solo hecho de tener la oportunidad de hacerlo, se gane o se
pierda. Cuando la actitud es esa, pues sencillamente no hay frustración.
Lo importante es mantener los niveles de motivación,
cualquiera que sea el resultado. Si un objetivo no se logró, debemos aprender a
sentirnos satisfecho por haberlo intentado y seguir adelante igualmente
motivados por otras cosas, por ejemplo, por seguir viviendo. ¿Le parece poco?
Si, obviamente es natural que con el paso del tiempo el
rendimiento no sea el mismo. Igualmente, los objetivos y metas que se planteen
aunque ya no sean tan ambiciosos, es posible bregar por ellos con igual o
similar motivación.
¿Y por qué no superior motivación? Recuerde que la
motivación viene de su interior. Lo importante es amar lo que se hace. Ese es
el gran secreto.
Amar el trabajo diario, amar la lucha, el camino, es ya la
felicidad.
Cuando se aprende a amar el proceso de lo que se hace sin
importar el objetivo y las metas, sencillamente encontramos la felicidad porque
hacemos lo que queremos y entonces se mantiene la motivación.
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