Por Raúl Gorrín.- Recordemos esa popular expresión venezolana, la cual dice que la primera impresión es lo que cuenta. La imagen personal es nuestra carta de presentación frente al mundo. En los negocios, como en la vida real, las primeras impresiones lo son todo. ¿Sabías que psicólogos positivos sostienen que los demás nos juzgan a los 20 segundos de habernos conocido? Seriedad, distancia, proximidad y confianza; jovialidad y dinamismo pueden ser una clave para que nuestra imagen contribuya al éxito.
La imagen personal es nuestra carta de
presentación frente al mundo. Ella se construye no sólo a través de la
vestimenta sino a través de una gran diversidad de variables. Si aprendemos a
manejar los distintos elementos que conforman nuestra imagen tendremos más
oportunidades de causar una buena impresión en nuestro entorno. Aquí unos
consejos a tomar en cuenta:
* La propia conducta. Se trata de prestar atención a
cómo nos desenvolvemos e interactuamos con los demás. Dentro de este aspecto,
está la comunicación no verbal, por ejemplo, la forma en que miramos o los
gestos que hacemos (incluyendo el uso de las manos y cómo sonreímos). Todo
proyecta una imagen de nosotros en nuestro destinatario, mucho más fuerte que
las palabras mismas.
* La proxemia. Tiene que ver con cómo manejamos el espacio en el que estamos. Este
tema es muy importante particularmente en las entrevistas laborales. Por
ejemplo, si nos indican que entremos a una sala de reuniones para esperar al
entrevistador, el lugar donde nos ubiquemos dará un mensaje acerca de cómo percibimos
nuestro rol en esa situación.
* La vestimenta. Por ejemplo, si vamos a una entrevista de
trabajo debemos seleccionarla cuidadosamente. Lo que se
busca en estos casos es la sobriedad, que acompañará a nuestro comportamiento y
a las palabras que utilicemos. Lo que decimos con las palabras debe quedar
manifiesto también en nuestra apariencia. En este aspecto, una falta de
sincronía entre lo que expresamos y lo que mostramos suele perjudicarnos
muchísimo.
*En atención al
cliente. Pongamos por ejemplo que trabajamos de cara al público y hemos de
convencer a los potenciales clientes para que compren nuestros productos. Si
tenemos una imagen fría, seria y con un tono de voz aburrido no conseguiremos
que nadie se nos acerque. Por otro lado, si es accesible y da confianza será
mucho más fácil entablar una relación o primer contacto.
*El tono de voz. Lo que manifestamos con nuestras palabras es
relevante. La manera en la que
decimos las cosas, el tono que les damos a las palabras y la modalidad todo eso
da cuenta de nuestra percepción y nuestros sentimientos. El sentir, la energía
y hasta la forma de modular que pongamos al hablar, hará variar por completo la
respuesta del otro, aunque nuestro discurso sea el mismo.
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