martes, 31 de enero de 2017

Generación K: Los que no creen en las marcas




Por Raúl Gorrín.- Existe un segmento de la población al que se le ha dado en llamar la Generación K, un grupo de personas nacidos entre 1995 y 2000, quienes se muestran reticentes ante las marcas.
Y si bien un gran número de especialistas en mercadeo se encuentran centrados en atender a los Millennials o Generación Y, otros estudiosos dirigen su mirada a los jóvenes de la citada Generación K —unos 2 mil millones de personas en todo el mundo— para tratar de captar su atención y convencerlos de las bondades del mercado.

Son personas muy involucradas con personajes de películas y sagas literarias, de hecho, la letra K de su nombre obedece a la inicial  del protagonista de “Los juegos del hambre”: Katnis Everdeen.
Este grupo de personas está muy marcado por la tecnología, la crisis económica, el calentamiento global y el terrorismo y de allí su desconfianza para con los gobiernos y también en el mercado, especialmente en las marcas.

Para las empresas y emprendimientos es de suma importancia atender a este grupo social por cuanto representan un porcentaje muy alto del consumo.

Atraerlos, entenderlos y convencerlos, es por tanto una misión muy importante para las organizaciones. Para ello deben desarrollar estrategias especiales, diferentes a las que se llevan a cabo para atender al común de las personas, por cuanto es una población escéptica con respecto a las marcas.

La Generación K, la generación desconfiada, quiere que las marcas les ofrezcan una serie de facilidades, que les den respuestas rápidas y efectivas, que les faciliten los envíos y el pago y, de paso, le brinden un servicio esmerado. Quieren unas marcas constantemente actualizadas en las redes sociales que les brinden la información que ellos requieren y lo hagan a tiempo.

En términos económicos, la Generación Millennials se encuentra mejor posicionada que la Generación K, tienen más posibilidades, mayor holgura de recursos. Pero por su número nada despreciable, la Generación K es un nicho al que las organizaciones y las marcas deben dirigir la mirada si quieren incrementar sus ventas e ingresos.

Eso sí, deberán hacer un esfuerzo titánico para convencerlos y tomar en cuenta su preocupación por los problemas que agobian al mundo. Los miembros de esta generación son generosos, solidarios y creativos, pero también solitarios.

Por tanto, corresponde a las marcas apuntar a los mismos objetivos de los K, por lo que la responsabilidad social debe erigirse como un punto de honor para las organizaciones. Los jóvenes K quieren marcas que apuesten por productos locales, por productos cada vez más saludables y con menos conservantes y que para salir al mercado no sean probados en animales.

En la medida en que las marcas asuman actitudes de este tipo, pues mayor identificación y sensibilidad obtendrán de la Generación K.

Para la Generación K el respeto es fundamental y por ello quieren marcas preocupadas por la forma cómo desarrollan sus ventas, las cuales no pueden ser a costa de lo que sea, sino desarrollarse de manera responsable con la sociedad y el medio ambiente.

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