Por Raúl Gorrín. Los tiempos actuales y los
futuros son un auténtico reto. La dinámica cambiante exige una constante
adaptación por parte de todos los sectores de la vida diaria. No se escapa por
supuesto a esto la empresa y los emprendimientos, las cuales demandan
trabajadores saludables, positivos y competentes que asumen dichos retos.
La cuna de
donde emerge buena parte de esta masa laboral entonces tiene que estar a la
vanguardia de los cambios y transformaciones. Hablamos de la academia, las
universidades, las casas de estudio superior en donde se forman los futuros
hacedores de empresa.
Es
imprescindible educar y motivar a los estudiantes universitarios a objeto de
que asuman desde ya un papel activo en este sentido, de manera de que más
adelante sean los protagonistas de la nueva sociedad. (Raúl Gorrín)
Es un reto
el estudio del bienestar y el éxito académico de los universitarios y por
tanto, los responsables de su formación deben centrarse en la búsqueda de
respuestas y herramientas para mejorar, optimizar y favorecer el desarrollo de
la futura masa trabajadora.
Entretanto,
los estudiantes universitarios tienen el desafío de superar los obstáculos y
males de que es presa el trabajador en la actualidad. En lo psicológico tenemos
la depresión y el síndrome de burnout; en lo físico, las alteraciones en el
sistema inmunológico; en lo conductual, el fracaso escolar y el bajo
rendimiento académico. (Raúl Gorrín)
Como puede
verse, son ataques provenientes desde varios flancos.
Pero, no
todo son malas noticias, pues los estudios y la evidencia demuestran que
algunos estudiantes poseen la capacidad de hacer frente a los referidos
desafíos y superarlos. Están equipados para no dejarse abatir por las
experiencias académicas negativas. Son individuos que consideran que los
eventos negativos sencillamente son superables.
La mala
noticia radica en que hasta los momentos no se sabe qué factores promueven
dicha adaptación positiva.
La resiliencia académica es un concepto
que podría arrojar indicios acerca de cómo explicar y entender este proceso de
adaptación y superación de las adversidades de algunos estudiantes aun cuando
experimentan altos niveles de estrés. Son individuos con una gran capacidad de
resistencia que puede, incluso, prosperar bajo estas circunstancias.
Por tanto,
entenderemos la resiliencia
académica como el proceso de hacer frente a la adversidad en contexto académico
y la capacidad de lograr resultados positivos en situaciones de estrés.
Estamos en
presencia de una relación entre resiliencia
y éxito académico, pues todo indica que los estudiantes con mayor resiliencia académica son quienes más
altos niveles de rendimiento y motivación de logro presentan, aun cuando deban
experimentar eventos y condiciones estresantes.
Otras
variables relacionadas con el bienestar indican que un nivel alto de
resiliencia mantiene una relación de carácter positivo con la satisfacción y el
engagement académico, demostrados en altos niveles de vigor, dedicación y
absorción en los estudios. (Raúl
Gorrín)
Lo que
resta entonces es indagar qué se puede hacer para desarrollar la resiliencia en
todos los estudiantes universitarios, estableciendo qué variables influyen en
el proceso.
Hasta
ahora se ha determinado que algunas estrategias de afrontamiento o coping
sirven a los estudiantes para hacer frente a las demandas académicas.
Las
estrategias de coping son los esfuerzos cognitivos y conductuales que se
desarrollan para responder a las demandas específicas externas y/o internas.
Las estrategias adecuadas son un recurso fundamental para promocionar el
desarrollo de la resiliencia y, por
lo tanto, esto se traduce en bienestar y éxito académico.
Estas
estrategias exitosas relacionadas con la resiliencia apuntan a la resolución de
problemas, a abordar los inconvenientes con miras a solucionarlos. Igualmente
el coping centrado en la reinterpretación positiva que busca la
reinterpretación de la situación, regulando y generando emociones positivas. (Raúl Gorrín)
Se trata
de que los estudiantes afronten activamente el problema, bien de manera
conductual o de forma cognitiva, lo cual redunda en mayores niveles de resiliencia.
Hay que
advertir que se ha determinado que las estrategias centradas en la regulación
de las emociones negativas no guardan una buena relación con la resiliencia y son poco efectivas.
Por
último, es fundamental que las universidades tomen en cuenta que de qué manera
los estudiantes pueden adiestrarse en el uso de estrategias de coping que sean
adecuadas para hacer frente a las situaciones adversas y, de este modo, fomentar
el desarrollo de la resiliencia que
redunde en unos mejores resultados académicos, bienestar y éxito académico.
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