Por Raúl
Gorrín. Definitivamente el mundo empresarial está
cambiando. Diariamente crece el número de líderes empresariales con conciencia
social que, preocupados por la realidad de sus empleados o de los lugares donde
están establecidas las empresas, se deciden a modificar el ámbito de acción que
ocupan para mejorar la situación de sus entornos.
Con el
paso del tiempo los ejemplos se multiplican. Microcréditos, saneamiento del
medio ambiente o la recomposición familiar son algunos de los temas que se
abordan con pasión en un mundo empresarial cada vez más heterogéneo y lleno de
posibilidades de ampliar sus acciones en beneficio de las personas.
Las
empresas basadas en valores humanistas
buscar actuar como un elemento activador positivo en las comunidades, en
especial aquellas que se encuentran en situación precaria. La idea es
contribuir en la búsqueda de soluciones para mermar la pobreza ha permitido en
algunos países crear programas que ayuden a la gente a mejorar sus niveles de
vida. Entendemos que hay que atacar los cuatro pilares sobre los que se sostiene
la pobreza: la falta de crédito, la falta de educación, el aislamiento por la
falta de trabajo y la ausencia de vínculos. Las empresas humanistas trabajan
para cambiar esa realidad y permitir que la economía sirva para la gente y
contribuya a buscar soluciones efectivas para solventar la situación.
Las
empresas basadas en el humanismo, tienen como finalidad de generar el
desarrollo social y la inclusión productiva. La idea es actuar como un elemento
activador positivo que permita que la gente se les despierte y se les capacite
para convertirse en agentes reales de cambio y de activación social.
El
objetivo de las empresas humanistas
no se limita única y exclusivamente a tomar a la empresa como un fin de lucro,
sino con una concepción social. Parte de lo que la empresa genera debe volver a
la sociedad y a los empleados.
Aprovechar
el talento de la gente es una misión, hay que trabajar para desarrollar esos
talentos y buscar que se queden en el país, para que juntos podamos crear
condiciones óptimas para el crecimiento y el desarrollo. Es necesario
comenzar desde que están en las escuelas. Es hora de aprender del potencial que
tenemos. Y para alcanzar eso hay que utilizar las empresas como vehículos del
cambio.
El auge
de pensamiento humanista sobre
las empresas es una extraordinaria realidad y un ejemplo de crecimiento de
positivo. Cada día vemos como con mayor satisfacción como las empresas han
generado programas de becas para estudiantes, talleres de formación para
mejorar la educación, implementación de medios para mejorar su
rendimiento en términos humanos y centrarse el aprovechamiento de las
actitudes positivas y fortalezas de una organización en lugar
de concentrarse sólo en las áreas de mejora.
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