Por Raúl Gorrín. Pareciera que es un mal
en aumento. Hay muchas personas que están atrapadas en una ola de
procrastinación y prefieren esperar con o sin razón para ejecutar sus
responsabilidades.
La Procrastinación es una forma de conducta que
padecen algunas personas en forma sistemática a dilatar, a postergar, a
posponer, a dejar para más tarde, a dejar para mañana… a aquellas tareas,
compromisos o actividades que se supone deberían hacer y que tendrían necesaria
y convenientemente que ser realizadas en ese momento o en un tiempo determinado
y que no admiten ni hay necesidad real y objetiva para posponerlas. Tareas
estas que son reemplazadas por otras actividades más irrelevantes pero
transitoriamente más placenteras de realizar.
En muchas empresas la procrastinación se presenta
como un problema urgente. Hay gerentes que retrasan o postergan las acciones
que deben ser acometidas rápidamente para resolver un problema. Lo normal es
que las personas prefieran dejar para mañana lo que pueden hacer hoy. Así los
gerentes evitar decidir, entre otras cosas porque para enfrentar y hacer lo que
se tiene que hacer se requiere de mucha fuerza de voluntad.
La procrastinación no es un asunto ocasional, sino
que se han vuelto normal. Son muchos los que prefieren retrasar
voluntariamente una tarea necesaria hasta que no les
queda otra que hacerla. La práctica habitual de la procrastinación es la
eliminación de la productividad.
La procrastinación puede causar que los individuos
sólo lleguen a enfocarse debido a las presiones que reciben de sus jefes, o
clientes. Aprender cómo alcanzar voluntariamente un estado de flujo requiere
tiempo y esfuerzo, pero es el secreto de la productividad. Los procrastinadores
necesitan darse cuenta que es posible concentrarse sin la motivación del pánico
por las fechas límite, esto toma práctica.
Los expertos recomiendan que los procrastinadores
deben minimizar las distracciones y poner fechas límites a sus tareas. Deben
tener claro que las distracciones disminuyen la productividad. Para mejorar
debe establecer un horario estricto. La autonomía es buena para los que no
procrastinan pero los que sí lo hacen, necesitan fechas límite señalan los
estudiosos del tema. Para los gerentes que les toca lidiar con empleados
procrastinadores, el investigador Pychyl recomienda que pongan sus propias
metas en términos concretos. Detalles específicos los ayudarán a tener cierto
orden.
Rompe el ciclo de retraso de decir: “Lo haré
mañana”. Fijate como meta hacerlo hoy y empieza a cambiar tu actitud y
conducta de dejar las cosas para más tarde. La productividad reclama que sea
hoy y ya.
( Raúl Gorrín)
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